Una revolución curricular y didáctica – Planeta Sostenible

Una revolución curricular y didáctica

02/06/2021

Una revolución curricular y didáctica, silenciosa hasta ahora…

POR MARÍA ISABEL DÍAZ

 

Tomar decisiones sobre qué es lo prioritario de enseñar en tiempos de crisis es una tarea rigurosa, sensible y creativa, que ciertamente tendrá una incidencia muy positiva en la formación, en la práctica pedagógica de los docentes y en el diseño de políticas públicas más consistentes para estos nuevos compromisos.

Nos encontramos en un momento especialmente complejo en el campo educacional. La pandemia del COVID-19 ha puesto brutalmente en evidencia que las condiciones en nuestros países de América Latina son muy diversas y desiguales, lo que se constituye en una indudable amenaza para la educación, pues presumiblemente generará un incremento significativo en las brechas de aprendizaje y una importante cifra de estudiantes que desertarán del sistema educativo.

Asumiendo que el acceso a las redes es dispar, las condiciones que una “docencia telemática” impone, abren un gran espacio que requiere adaptación y sobre todo capacidades para crear y experimentar. Es un escenario complejo y desafiante, de apertura, que demanda una pedagogía más razonable, humana y sensible a los contextos.

La posibilidad de dar continuidad al proceso educativo y de recuperar aprendizajes esenciales, depende de la eficiente articulación de una serie de factores socioeducativos. Uno especialmente significativo, aunque menos visibilizado, ha sido el diseño de las nuevas planificaciones que se requiere implementar para enfrentar estos inciertos contextos educativos. 

“El complejo y desafiante escenario impuesto por la ‘docencia telemática’ demanda una pedagogía más razonable, humana y sensible a los contextos”.

Por primera vez desde hace muchas décadas, se abre un espacio de autonomía para las escuelas que no estaba escrito en ninguna hoja de ruta de las políticas educativas; los docentes se ven interpelados a tomar decisiones para definir una inédita planificación curricular, en base a propuestas de priorización curricular orientadas por los Ministerios de Educación, en las cuales se seleccionan aquellos objetivos de aprendizaje considerados esenciales. Este nuevo diseño curricular, que compromete a cada docente, consiste en una tarea altamente desafiante, puesto que no cuentan con materiales prescritos para llevar a cabo la priorización curricular, como ha sido históricamente el papel de los programas o guías de estudio, rompiendo así una tradición pedagógica que se ha utilizado intensivamente en el proceso de planificación de la enseñanza.

En ese camino de tránsito del currículo oficial a uno priorizado, los docentes habituados a planificar utilizando como soporte los programas o guías de estudio, han debido movilizar un conjunto de destrezas con especial flexibilidad para reclasificar, reorganizar y reproyectar sus propias unidades o módulos, con experiencias que recuperen lo esencial del valor del aprendizaje, sobre los cuales deben articular: los recursos en línea, los textos, las guías, la estimación de los tiempos y las evaluaciones que demanda la educación remota. A este conjunto de piezas se suma un nuevo requerimiento que le otorga un mayor realismo didáctico a las planificaciones: la participación de la familia, que implica que el mensaje pedagógico debe adecuarse a una doble intencionalidad educativa. Se necesita comunicar a las familias qué están aprendiendo los estudiantes, cómo pueden colaborar y acompañar en esta tarea de enseñanza conjunta. Es un nuevo diálogo educativo con los hogares.

Se trata de un ejercicio agudo que supone volver a pensar e interpretar y, sobre todo, reflexionar sobre cómo organizar, en contextos adversos y de gran diversidad, una ruta de trabajo pedagógico con aquellos objetivos de aprendizaje considerados imprescindibles para su escuela.  

“Es una situación muy distinta a la que venían realizando por años los docentes, con ciertos niveles de automatismo poco crítico, cuestión que se debe reconocer y enfrentar”.

La lógica de planificación cambia hacia una educación más contextualizada, que requiere partir desde los estudiantes, sus contextos y sus posibilidades. Además, los propios docentes han comprobado que es necesario estudiar previamente acerca de cuáles serían las experiencias de aprendizaje factibles de realizar frente a los nuevos escenarios educativos. Una labor muy delicada, que exige modificar y adaptar conceptos y metodologías habituales, en función de estas condiciones emergentes. Es una situación muy distinta a la que venían realizando por años, con ciertos niveles de automatismo poco crítico, cuestión que se debe reconocer y enfrentar.

Tomar decisiones sobre qué es lo prioritario de enseñar en tiempos de crisis es una tarea rigurosa, sensible y creativa, que ciertamente tendrá una incidencia muy positiva en la formación, en la práctica pedagógica de los docentes y en el diseño de políticas públicas más consistentes para estos nuevos compromisos. Supone para los organismos públicos encargados de estas áreas la concepción de medidas de segunda generación para orientar los distintos componentes que conforman esta inédita gramática escolar. 

Para el ámbito editorial, será un desafío que deberá transformar la industria y sus contenidos. A los organismos asesores, autores y creadores de recursos pedagógicos les corresponderá replantear sus estrategias y modalidades de trabajo. Habrá que incluir respuestas que tengan la capacidad de contemplar diversos contextos, cambiantes y dinámicos, multiculturales e inclusivos; sobre todo con un arrollador, por llamarlo de esta manera, ingreso de recursos digitales, usando extensivamente herramientas en línea, pantallas, comunicaciones virtuales, entre otras. 

Tengamos presente que no se cuenta con marcos teóricos específicos que puedan colaborar en situar y orientar acciones en este paréntesis educacional: se están construyendo sobre la marcha, en base a la experiencia, integrando otros códigos, nuevos y poco o inexplorados para la generación de trayectorias educativas más equilibradas.

“En este camino de redescubrimiento esperamos que las Escuelas de Pedagogía se transformen en las plataformas para crear nuevas avenidas en el desarrollo curricular”.

Por otra parte, en este camino de redescubrimiento esperamos que las Escuelas de Pedagogía se transformen en las plataformas para crear nuevas avenidas en el desarrollo curricular. Estos años de pandemia probablemente abrirán puertas inesperadas para la generación de referentes curriculares más integrales, con enfoques interdisciplinarios que promuevan el encuentro y la interrelación de saberes, experiencias y estrategias. Una oportunidad para que los docentes puedan relacionar y movilizar los conocimientos pedagógicos activando un trabajo conjunto y colaborativo en las escuelas.  

En definitiva, resulta necesario reconocer que la posibilidad concreta de autogestionar el currículo, integrando visiones locales y modificando la secuencia lineal de los actuales programas o guías de estudio, abre un espacio real para que las escuelas puedan impulsar procesos de innovación atreviéndose a dar el paso para elaborar sus propios programas curriculares, alineados por cierto con los referentes oficiales en cada caso. 

Este real terremoto educativo obliga a una reconstrucción de la teoría, las metodologías y las prácticas docentes, en la que se pone a prueba la creatividad y la resiliencia de las y los profesores en todos los niveles educativos: están experimentando una silenciosa revolución curricular y didáctica que tendrá un enorme impacto en los procesos de aprendizaje presentes y futuros. 

“Lo que en realidad se necesita en estos tiempos álgidos es apoyar y respaldar la gigantesca tarea que les toca a los docentes, además de contar con unos efectivos sistemas nacionales de soporte a la conectividad universal”.

Sin embargo, estas transformaciones que se están instalando en las escuelas no se han visibilizado. Los debates han tendido a quedar atrapados en protocolos sanitarios, por supuesto necesarios pero que deben estar en permanente diálogo con los equipos pedagógicos, en discusiones inconducentes sobre apertura y presencialidad en los establecimientos o en ocurrencias como la “importación” de programas milagrosos para obtener una “educación de calidad” en tiempos de pandemia. Lo que en realidad se necesita en estos tiempos álgidos es apoyar y respaldar la gigantesca tarea que les toca a los docentes, además de contar con unos efectivos sistemas nacionales de soporte a la conectividad universal. 

Las y los profesores siempre hemos estado en esas tareas, en ámbitos que no son de abundancia ni de claridades muchas veces, eso lo sabemos muy bien en nuestra región. Lo que se necesita ahora, en este tiempo de tanta incertidumbre, es una especial y concreta colaboración e involucramiento, expresado en la participación de las comunidades educativas, de la academia y de las autoridades, para entender y comenzar a estructurar en conjunto este nuevo mundo ante el cual nos pone la pandemia y sus efectos.

Texto de María Isabel Díaz, Educadora de la Universidad de Chile y Doctora en Educación de la Universidad de Granada. Es especialista en diseño y gestión de políticas públicas y de desarrollo curricular, con una extensa y relevante experiencia en el sector público. Participa y lidera procesos de reforma educacional en Chile. Se desempeñó como la primera Subsecretaria de Educación Parvularia (inicial) en el Ministerio de Educación de Chile. Actualmente es académica y consultora en ámbitos curriculares y didácticos.

Fotografías de Juan Francisco Bascuñán.

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